Las referencias básicas de una alimentación natural y fisiológica durante el embarazo y lactancia son las mismas que para cualquier ser humano con la importancia añadida de que afecta a un nuevo ser que se está formando. La OMS afirma que consumimos un exceso de proteína animal y esto durante el embarazo va a repercutir negativamente en el feto.
Se produce un estado de acidificación en la sangre de la madre y ello condiciona un menor aporte de oxígeno también para el feto. Así podría haber afecciones del sistema inmunitario de este y en la futura niñez.
La calidad de la proteína animal de nuestros antepasados era superior a hoy día: sin hormonas, antibióticos, clembuterol (para el engorde de la ganadería), … Los vegetales eran de mayor calidad y ello ayudaba a neutralizar el balance negativo de los tóxicos que ingerimos.
En el presente nuestro sistema inmune no es capaz de contrarrestar la elevada toxemia que se acumula día tras día en el cuerpo de muchas personas.
Como alternativa para luchar contra estos problemas, se dispone de la ganadería ecológica, que cuentan con certificados que aseguran que no se han utilizado hormonas, antibióticos y otros tóxicos con la carne que vamos a ingerir.
Una proteína está constituida por un «conjunto de ladrillos» y cada ladrillo es un aminoácido. Los humanos estamos hechos de, aproximadamente, 250 mil proteínas, formadas por 20 aminoácidos, nueve de los cuales no los sintetiza nuestro cuerpo y hay que conseguirlos con los alimentos, sean del reino animal como del vegetal.
Por ignorancia y por miedo se puede creer que es imprescindible tomar un exceso de proteína en el embarazo, algo que no es cierto. Una mujer embarazada o lactante debe cuidar, con más razón, la calidad y la cantidad de proteína animal y vegetal.
Se recomienda consumir proteína vegetal de calidad como, por ejemplo, la soja fermentada (tamari y miso), frutos secos crudos (almendra, avellanas, nueces, piñones, pipas de calabaza, …) vegetales de hoja verde, brotes o germinados, cereales integrales y ecológicos (quinoa, el mijo, el trigo sarraceno, el amaranto, boniato, tapioca y mandioca), fruta seca dulce (dátiles, orejones, ciruela seca, higos secos, …).
Igualmente recordar que el mejor calcio orgánico se halla en los vegetales de hoja verde y en la crema de sésamo que se llama tahini. Y no debe faltar la ingesta de frutas y de vegetales crudos (ensaladas).
La mala combinación de los alimentos produce putrefacción y fermentación lo que produce el llamado síndrome de permeabilidad intestinal alterada, lo cual disminuye la absorción de nutrientes a la sangre, absorbiendo toxinas que circulan por el cuerpo y ello afecta a la formación del feto y, además, disminuye la calidad de la leche; igualmente se produce disbiosis (flora intestinal alterada) lo cual es motivo de preocupación.
La correcta combinación es básicamente no consumir en la misma comida proteína animal al mismo tiempo que un hidrato de carbono. Lo ideal es comer cada grupo de alimentos con ensalada cruda y vegetales cocinados. Igualmente, no se debe consumir la fruta cruda como postre, excepto si está cocinada (en forma de compota o fruta asada)
Para contrarrestar la falta de asimilación de ciertos nutrientes, creemos necesario el aporte de suplementos alimenticios de acuerdo a las necesidades de cada persona.
Como por ejemplo ácidos grasos, omega3 y omega6. El aporte de omega3 es hoy en día casi indispensable. Si es de pescado, lo ideal es que el laboratorio certifique que no contenga metales pesados. El omega6 vegetal puede ser de onagra o de borraja.
Calcio, mejor de procedencia orgánica, como el proporcionado por la crema tahini.
Minerales como el hierro, selenio, zinc, molibdeno, magnesio, de laboratorios de calidad.
Algas como la espirulina, chlorella, klamath y kelp.
Pre y probióticos que ayudan a regenerar la flora intestinal, de tanta importancia durante el embarazo y la lactancia.
Hay diversas formas de ayuda:
La mamá lactante debe seguir las mismas indicaciones que durante el embarazo, tanto por su sistema inmunitario como por el del bebé que se está formando.
La calidad de la leche también dependerá de la calidad en la nutrición de la mamá y las sustancias tóxicas o aditivos que ingiera. Por eso muchas veces los bebés no son los culpables de la supresión de la lactancia sino, que la primera causa es su mamá. Los bebés notan la acidificación de la leche como si estuviera «avinagrada».
Si la toxemia es poca, el cuerpo intenta de manera natural aislarla en una mama y dejar la otra con leche más sana. Son actitudes de la energía vital y de la naturaleza propia del ser humano.
Valorar la posible utilización de suplementos de medicina ortomolecular para compensar en parte lo que la madre le deja de dar.
La evolución en la introducción de alimentos del bebé sería de la siguiente forma:
Hay padres que por diversos motivos no optan por estas dos últimas clases de alimentos (pescado y carne) e igualmente hay bebés que por instinto no desean consumirlos. En la psicología transpersonal se habla de que pueden ser niños «índigo» que lo rechazan por su propia psique.
En caso de utilizar leches artificiales, mejor que no contengan gluten, lactosa y caseína en la medida de lo posible y que sean de la mejor calidad.