El Higienismo define las enseñanzas de los grandes maestros, el mensaje sutil de todas las civilizaciones y la sabiduría ancestral de los pueblos antiguos.
La verdadera salud se relaciona con unas leyes universales que rigen el planeta en lo que se refiere a las condiciones ideales para que la vida humana pueda desarrollarse con una salud vibrante durante toda la vida del ser. En armonía consigo mismo y con la Naturaleza.
La medicina oficial ha hecho creer que la enfermedad es algo negativo que se debe suprimir y que los microbios son los causantes de las enfermedades. Fue a mediados del pasado siglo cuando se inventó el microscopio y con el se divisaron unos seres diminutos que se denominaron microbios. Entonces, la clase médica imperante en esa época creó un dogma: «Ya que aparecen una clase de microbios con cada enfermedad, hemos descubierto que el microbio es la causa de ella»
Así nació la medicina moderna y oficial que revolucionó todo lo bueno que se conocía de las medicinas antiguas.
El Higienismo denuncia un factor de error: Nuestra pobre capacidad de autocrítica. Este defecto nos lleva a culpabilizar de nuestros vicios a alguien o algo que no seamos nosotros mismos. Con esta actitud, en vez de enfrentarnos a nosotros mismos, nos resulta más cómodo sentirnos víctimas que merecen atención y lástima. Y el papel de verdugo se lo hemos adjudicado a los microbios, los cuales no pueden defenderse de nuestras acusaciones.
Para entender los verdaderos factores que causan las enfermedades debemos comprender bien el sistema inmunitario. Su aparición es simultánea a la misma vida orgánica sobre el planeta hace 3000 millones de años cuando por azar o siguiendo un mandato secreto unas moléculas orgánicas e inorgánicas empezaron a reaccionar entre sí uniéndose o separándose según sus afinidades físicas y químicas en algún lugar de la tierra o del mar.
Hasta que en algún momento de la noche de los tiempos algunas moléculas lograron asociarse y formar el primer conglomerado físico-químico el cual era capaz de existir separado del medio que lo rodeaba. Había nacido el primer ser vivo. Y esa propiedad recién adquirida que le permitía la separación del medio hostil y que lo convertía en un ser individual, era el primer sistema defensivo o inmunológico que había creado la vida.
Se formaron las primeras células y los rudimentarios sistemas inmunológicos tendrían, a partir de entonces, millones de años para irse perfeccionando hasta formar especies más evolucionadas con sistemas defensivos más sofisticados.
Durante toda la historia, desde los seres más primitivos, como virus y bacterias, hasta los más complejos, como los mamíferos y el ser humano, todos hemos vivido juntos gracias precisamente a nuestros sistemas inmunológicos.
Los humanos poseemos una variedad enorme de especies microscópicas viviendo al lado y dentro de nosotros en un estado de salud y equilibrio. Esta convivencia íntima es beneficiosa para nosotros y para ellos. Hasta tal punto es así, que si esterilizamos a una persona completamente, padecería graves problemas de salud y moriría.
Es decir, hace millones de años que en este planeta vivimos todos juntos, virus, bacterias, hongos, invertebrados, vertebrados y humanos, formando una gran familia biológica.
Cada nuevo avance, cada paso evolutivo, cada nueva especie, es la culminación de esfuerzos y pruebas que la fuerza de la vida hace a través de miles de años para crear seres cada vez más perfeccionados, más complejos.
Esto es así hasta el punto que las especies actuales están perfectamente adaptadas a vivir su vida completa en las condiciones actuales del planeta. Y sólo sucumben por efecto de cambios bruscos motivados por alteraciones tóxicas, depredación exagerada o hecatombes naturales como terremotos o meteoritos que chocan con el planeta.
Sin embargo, los humanos y su «tecnología» se han convertido en un elemento capaz de generar un cambio brusco. Esto ha ocurrido en un corto periodo de tiempo, que no ha sido suficiente para que el cuerpo humano se adapte a esas condiciones de «anti vida». El humano ha sido capaz de exterminar varias especies milenarias y es una gran amenaza para las especies que sobreviven y para el mismo.
Los métodos del humano para este exterminio son equivalentes a grandes catástrofes: uso de productos químicos, herbicidas, insecticidas, … que han motivado la castración química de especies milenarias que no estaban preparadas para estos venenos y han desaparecido.
La moderna tecnología y la industria del último siglo han supuesto una de las mayores hecatombes biológicas de la historia del planeta: aberraciones de la industria alimentaria, industria química, …
El Higienismo define que lo natural del ser humano sería estar sano, no enfermo. Como están sanas todas las especies de animales del planeta que viven aun en su hábitat natural no contaminado por el ser humano.
Nosotros aún disponemos de lo que hace 2000 años Hipócrates llamó «Vix Naturae Medicatrix». Es decir, la Fuerza Vital Natural, que significa la existencia de una fuerza en el interior del cuerpo o sabiduría interna innata que logra que nuestro ser se mantenga sano en todo momento en equilibrio con los demás seres del planeta, tanto si son visibles como microscópicos. Tal fuerza vital natural es lo que correspondería en el presente al sistema inmunológico o defensivo.
Recordemos que Hipócrates expresó la Ley Natural Universal de autocuración con dos frases claves en el Higienismo:
«La fuerza vital natural que todos llevamos dentro es lo que nos mantiene sanos.»
«Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento.»
Si disminuimos o anulamos nuestro sistema inmunológico o fuerza vital, enfermamos y morimos prematuramente. Y esto es precisamente lo que estamos haciendo cuando comemos comestibles muertos, desnaturalizados o contaminados con productos químicos. Pero igualmente, al ingerir una alimentación no apta para nuestro cuerpo, que no va acorde con nuestra anatomía, fisiología y psicología.
Estamos muy lejos de la nutrición ancestral natural del ser humano. Los humanos sufrimos de enfermedades y muerte prematura por comer algo para lo que no estamos adaptados fisiológicamente. Para mayor desgracia, no combinamos bien los alimentos.
Es decir, infringimos la regla básica fundamental de no mezclar un hidrato de carbono con una proteína animal en una misma comida y además comemos fruta cruda como postre. Así se generan en el interior de nuestro cuerpo fermentaciones y putrefacciones que causan toxemia, enervación y enfermedades.
Además comemos pocos vegetales en comparación a la cantidad de proteína animal que ingerimos.
Debemos recordar que nosotros somos crudívoros por naturaleza. El Higienismo determina que el 50% de la comida ingerida cada día debería ser alimento crudo.
Disminuimos también nuestra «Vix Naturae Medicatrix» al respirar un aire contaminado. No sabemos respirar de manera completa o integral; no realizamos un mínimo de ejercicio y no descansamos lo necesario y en su momento, durante la noche.
Cuando construimos nuestras viviendas sobre alteraciones telúricas o al lado de líneas de alta tensión o incluimos en nuestras casas demasiado contaminación electromagnética, todo ello perturba nuestro sistema inmunológico y nos hace enfermar prematuramente.
Los antiguos «zahorís» o «geomantes» poseían la sabiduría de elegir dónde y cómo edificar sus viviendas; pero hemos perdido esa natural esencia de saber dónde habitar. La medicina del hábitat diagnostica y trata las alteraciones de la salud causadas por un hábito insano.
Igualmente, un pensamiento negativo condiciona nuestra Fuerza Vital Natural y nos hace perder nuestra identidad biológica psicofísica, lo cual significa perder los sublimes valores que anhela toda persona.
En Occidente estamos inmersos en multitud de enfermedades, muchas de ellas denominadas de forma vergonzosa y a la vez científica, como enfermedades degenerativas de la civilización. El Higienismo recuerda a la persona que su dolencia es consecuencia de un alejamiento de las Leyes Naturales Universales. Y que cuando acude a un médico o naturista para obtener la prescripción de un fármaco químico o natural sin cambiar su conducta y alimentación, se está auto engañando.
El Higienismo se caracteriza por las dietas depurativas y ayunos terapéuticos para disminuir la toxemia corporal acumulada a través de los años. Esto sería la base de la terapia, aunque es posible apoyarse en terapias complementarias.
Sobre la mente, psique o alma, se recuerda que existen métodos de crecimiento personal, tanto en la línea oriental como occidental. El mensaje sutil de todas las religiones se resume en la meditación u oración como medicina sublime para el alma y el ayuno para el cuerpo.
No hay nada nuevo bajo el sol. No nos engañemos ni nos dejemos engañar por falsos profetas. Cuidemos nuestro cuerpo, el templo del espíritu.
Como decía Séneca: «Procúrate la satisfacción de matar tus vicios, antes de que tus vicios te maten a ti»