Madrid, febrero 1999.
En la última feria de Biocultura en Madrid ( noviembre 1998 ) tuve ocasión de escuchar la charla a cargo del Dr. Juan José Núñez titulada «Higienismo de la mente» dentro del ciclo «Higienismo no es sólo alimentación». Creo que esta serie de charlas era oportuna para reivindicar el aspecto multifactorial que interviene en la salud.
Quiero señalar que el Dr. Núñez se refirió en su disertación -¡por supuesto no hay que olvidarlo!- a los aspectos nutricionales, y ensalzó el uso de la hidroterapia de colon – es decir, la limpieza de restos fecales con un aparato que permite la irrigación profunda en el colon – como muy útil y recomendable.
Es sabido por los que hemos indagado en el conocimiento del Higienismo, que autores tan reconocidos como Herbert Shelton o Désiré Merien rechazan el uso de prácticas naturistas como enemas, lavativas, y esta que nos ocupa, como innecesarias y despilfarradoras de energía, aunque puedan aliviar algunos síntomas. Sin entrar en profundidades y resumiendo: lo que se supone más importante y prioritario para el cuerpo-mente es la desintoxicación celular, asunto que puede hacer él solito con ayuda de reposo físico y digestivo, siendo la limpieza intestinal secundaria y postergada.
Mi reflexión es: ¿Qué difícil no caer en los remedios deslumbradores, y en el uso de técnicas y aparataje en lugar de confiar en el ritmo pausado del cuerpo-mente?
A lo que voy es que por supuesto que el Dr. Núñez puede defender el uso de hidroterapia de colon y lo que quiera. Mi percepción es, sin embargo, que su modo de hacerlo se convierte en dogmático, al recomendar este uso desde su pedestal, sin pararse a citar siquiera los criterios diferentes de los citados autores, y sin parecer cuestionarse que defender esta práctica en la plataforma higienista que es la Coordinadora, merece al menos el beneficio de la duda.
AGUSTÍN VICENTE PRIETA ( Madrid )
Vigo, abril 1999.
Estimado Agustín:
Paso sin más dilación a escribir las reflexiones que se me ocurren después de leer tu carta a la Coordinadora, así como tu escrito público al Boletín «Éxodo», donde haces una referencia al higienismo.
Me agrada que estés de acuerdo en el sentido multifactorial, cuando hablamos de salud y enfermedad. En los tiempos que corren algo ha cambiado demasiado; así, en poco tiempo hemos degradado hasta la saciedad nuestro medio, nuestra única casa común, la Tierra, con substancias químicas. Igualmente, en nuestras mentes ha surgido una alienación inimaginable hace pocas décadas. Y estos pocas décadas son un segundo de tiempo al compararlo con el que el ser humano lleva sobre el planeta. ¡ Y qué decir de nuestra alimentación !. Hemos involucionado y degenerado por alejarnos del instinto natural que hasta hace poco llevábamos en nuestro ADN, y que ahora nos están robando. ¡Nos están robando el futuro!
Efectivamente, una de las terapias que se contempla desde un enfoque higienista y holístico de la enfermedad es la hidroterapia de colon (H.C.). Bien es verdad, como tú matizas y así hago en mis artículos y charlas, que primero es imprescindible hablar de una nutrición sana, fisiológica, higienista, así como de las dietas depurativas y el ayuno como terapia por excelencia. En esto consiste la guía fundamental. Pero la H.C. es una excelente forma terapéutica complementaria de limpieza del colon ( intestino grueso ) y de restaurar la actividad intestinal normal, forma basada únicamente en el elemento más abundante de la naturaleza: el agua. Se trata de un sistema mecánico, sin ningún producto químico, que limpia completamente el colon de heces bloqueadas y de residuos tóxicos incrustados, sin producir ningún efecto secundario en absoluto. La diferencia con los enemas o lavativas consiste en que mientras estos últimos limpian el recto y una pequeña parte del colon descendente, nunca llegan a las porciones transversal, ascendente y una parte del colon descendente, como sí hace la H.C. En lugar de 0’5 ó 1 litro de agua irrigada, en la H.C. se hacen pasar 3, 4 o 5 litros en una sola sesión. La otra diferencia muy importante entre enemas e hidrocolon es que en éste la temperatura del agua alcanza los 39º lo cual facilita la desincrustación de residuos solidificados en el colon, mientras que en los enemas ello no es posible de manera tan profunda y radical pues la temperatura del agua en el enema suele ser aproximadamente de 20º ; no es posible mantener a 39º el agua del enema durante los 40 minutos que dura la sesión de la hidroterapia de colon. Muy recomendable es la lectura del libro «Cuerpo Radiante» del Dr. Bernard Jensen y, sobre todo, visualizar las fotografías tan impactantes que se muestran. Bien sabemos que el actual estilo de vida y nutrición impone una enorme sobrecarga tóxica a nuestros órganos. Así, el colon se va revistiendo con capa sobre capa de un engrudo pegajoso, que va envenenando la sangre poco a poco. El colon es uno de los órganos vitales que resulta más afectado por los hábitos dietéticos modernos. La Naturaleza lo diseñó para que funcionara como un sistema de alcantarillado, por el que los residuos de la digestión pudieran ser eliminados prontamente del organismo. En vez de esto, se ha convertido en una especie de pozo estancado, el equivalente fisiológico de un montón de basura en descomposición, o de un retrete atascado que sigue utilizándose para defecar. Hoy en día, el colon del occidental medio lleva en su interior unos dos kilos y medio de carne putrefacta y semidigerida, más una cantidad de entre dos y cinco kilos de desechos tóxicos acumulados durante años en los pliegues del colon.
No debemos olvidar que ya desde tiempos inmemoriales se le dio a la H.C. vital importancia; así, tanto en Oriente como en Oriente Medio, como en Occidente tenemos muestras palpables desde la sabiduría sutil, matizada en la literatura médica, en los grandes Maestros, y en los Libros Sagrados ( con su mensaje terapéutico puro, no en las formas tergiversadas que nos venden actualmente ); y, por supuesto, también en la Madre Naturaleza. Así pues, me voy a explayar cómodamente en la siguiente información, verdadera joya de oro, rescatada por Daniel Reid, un estudioso en temas de Higienismo y Salud Natural.
Comenzando en la cultura taoísta, hace 5.000 años, la civilización más antigua de nuestro mundo, las bases de la salud eran higienistas: dieta natural, crudivorismo, alimentación parca, ayunos e H.C. sola, o mejor combinada con los ayunos. He aquí la traducción de un sabio taoísta:
«Purgar los intestinos elimina la fuente de veneno y permite así que la sangre y la energía se regeneren naturalmente. Limpiando los intestinos reparamos el cuerpo.» ( Chai Yu-hua )
El médico Chang Tsung-Cheng ( s. X ) escribió detenidamente sobre los beneficios de esta práctica, y la recomendó en todo tipo de trastornos, incluso mentales:
«… Todos los médicos saben que la libre circulación de la sangre y la energía vital son los más importantes factores de la salud. Pero si el estómago y los intestinos están bloqueados, entonces la sangre y la energía se estancan.»
El método taoísta tradicional para la limpieza del colon consistía en ayunos combinados con hierbas purgantes que disolvían las mucosidades y dragaban los residuos del colon. Estos métodos aparecen citados en el s. III a.C., en el «Clásico de Medicina Interna del Emperador Amarillo».
Un colon limpio y sin obstrucciones es uno de los más importantes requisitos previos en el camino hacia la salud y la larga vida. Tal y como expuso el alquimista y escritor taoísta Ko Hung:
«Quienes aspiren a la longevidad deben mantener limpio su intestino; quienes deseen retrasar la muerte deben mantener su intestino libre de obstrucciones.»
Dejamos el lejano Oriente, y nos vamos al Oriente Medio. En la cultura judeo-cristiana Jesucristo predicaba que la gente enfermaba porque había desobedecido los mandamientos de la Madre Natura: «Los que obedecen rigurosamente los preceptos de la Madre Natura, acatándolos todos los días, jamás enfermarán» ( texto apócrifo: Evangelio de Salud de San Juan, 1:15 ).
Y entre los «ángeles» que citaba para curar ( aire, sol, tierra, agua, ángel del ayuno y ángel del apetito ) uno era el ángel del agua: «Desnudaos y sumergíos en el agua para que este ángel os bañe toda la piel» (7:1).
Luego especifica: «No es suficiente que el ángel del agua os asee sólo externamente; el aseo interno es más importante» (7:5); «…es preciso que él os bautice tanto por fuera como por dentro…» (7:10); «Es muy conveniente que hagáis lavados intestinales mediante delgadas cañas…» (7:11 a 18).
El bautizar posee la connotación de volver a nacer, a vivir. «Dejad el agua un buen tiempo en vuestro intestino… y así desaloje de él todas las impurezas que infectarían vuestra sangre… ocasionando enfermedades, dolores y muerte prematura» (7:13). «Así que con el auxilio de los ángeles de la Naturaleza, llamados aire, agua, sol, ayuno, lavado intestinal (…) vuestro cuerpo quedará limpio y sensibilizado para poder entender mis palabras… » (12:7).
En el texto apócrifo «El Evangelio de los Esenios» (Ed. Sirius), pág. 16 y 17, podemos leer: «En verdad os digo que el ángel del agua expulsará de vuestro cuerpo toda inmundicia que lo mancille por fuera y por dentro…«. «… En verdad os digo que la inmundicia interna es mayor que la externa…«, «… buscad una gran calabaza con el cuello de la longitud de un hombre; extraed su interior y llenadla con agua del río caldeada por el sol. Colgadla de la rama de un árbol, arrodillaos y haced que el tallo de la calabaza penetre vuestras partes ocultas… dejad que el agua salga… y veréis con vuestros ojos y oleréis con vuestra nariz todas las abominaciones e inmundicias que mancillaban el templo de vuestro cuerpo…«; «En verdad os digo que el bautismo con agua os libera de todo esto ( la enfermedad ). Renovad el bautismo con agua todos los días durante vuestro ayuno…«. ¡Ayuno e H.C.: sublime medicina pura higienista! ¡Sin comentarios!
Nos vamos ahora a Occidente e higienistas: V.E. Irons, especialista en colon, nutrición y ayunos, describe así el moderno desastre dietético: «En muchos casos, los alimentos permanecen en el interior del cuerpo durante meses, e incluso años. Estos alimentos se pudren y descomponen, y se incrustan en los pliegues y rendijas del colon… En la mayoría de la gente, el colon, en lugar de ser un sistema de alcantarillado rápido y eficaz, se ha convertido en un pozo negro estancado«. «Hoy día en el colon se van segregando capa tras capa de mucosidades hasta que su acumulación alcanza un espesor de 3 a 6 mm. En ocasiones estas capas llegan a alcanzar un grosor de hasta 12 mm, volviéndose tan duras y negras como un pedazo de viejo caucho endurecido, de esos que se ven en las cunetas de las carreteras, arrancados de un neumático de camión…«. «… Se han conseguido muestras cuya longitud iba desde varios centímetros hasta unos cuantos palmos; la más larga de ellas pasaba de ocho metros de una sola pieza. A veces salen como una masa que llega a pesar hasta 6 kg, y continua saliendo durante varios días, hasta una semana seguida…«, «…usted también lleva estas mucosidades endurecidas en su colon, y le asombraría constatar lo que puede salir de su cuerpo«.
El Dr. H. Kellogg, uno de los más célebres y respetados cirujanos de la historia norteamericana, escribió: «En las 22.000 operaciones que he realizado personalmente, ni una sola vez he encontrado un colon normal». Y eso era a comienzos de siglo, mucho antes de que los hábitos alimentarios norteamericanos estuvieran tan completamente corrompidos como hoy, por los alimentos elaborados y desnaturalizados. Como afirma Irons, «prácticamente el único sitio donde puede verse hoy un colon normal y sano es en un libro de anatomía«.
El Dr. Norman Walker, famoso higienista fallecido a los 99 años de edad, en su libro «Colon Health: The Key to a Vibrant Life» ( La Salud del Colon: la llave a una salud vibrante ), es muy claro: «La eliminación de los alimentos no digeridos y otros productos de desecho es tan importante como la correcta digestión y asimilación de la comida… El régimen más perfecto no dará mejores resultados que el más malo si el sistema de alcantarillado que es el colon se halla obstruido por una acumulación de residuos corrompidos«.
Arnold Ehret, según muchos el higienista ( no declarado ) más famoso que dio la historia humana , en su libro «Sistema Curativo por Dieta Amucosa» (Ed. Kier) (una joya universal), afirma lo siguiente: «Es de extrema importancia que cada comida de una dieta curativa abandone el cuerpo lo más pronto posible. De lo contrario, al mezclarse con los venenos desprendidos y disueltos, actúan simultáneamente y determinan condiciones molestísimas… Si no experimenta un buen movimiento intestinal regular antes de acostarse, ayúdese siempre con un enema, un laxante, o ambas cosas… puede usar durante el período de la dieta de transición, mientras los intestinos se están limpiando de su vieja escoria, un compuesto de hierbas inofensivo…«.
Y llegamos por fin al Dr. J. Tilden, uno de los padres del Higienismo (ver revista «Curarse en Salud» nº 1). Formuló la teoría de la toxemia como el origen básico de todas las enfermedades. Es casi como decir que fue el Hipócrates del Higienismo. Pues bien, a principios de siglo la neumonía era la principal causa de muerte en los Estados Unidos. En aquella época el Dr. Tilden, especialista en neumología (pulmón), trató a más pacientes de esta enfermedad que ningún otro médico, y jamás perdió ni un solo paciente por tal causa. Tan asombroso récord lo consiguió basándose exclusivamente en el ayuno y las irrigaciones colónicas (H.C.), y siguiendo luego con estrictas dietas de alimentos naturales en estado crudo.
Pero nos queda el más sabio mensaje de todos: el de la Naturaleza. Si permanecemos inmóviles durante el tiempo suficiente en las orillas de un río, un lago o un estanque al que acudan garzas y otras aves similares de pico largo (para pescar y alimentarse), podremos observar que, de vez en cuando, alguna de ellas se llena el pico de agua, vuelve la cabeza e introduce la punta del pico en su propio ano, para impulsar el agua hacia sus intestinos, a fin de forzar la expulsión de los residuos putrefactos y otros restos de su alimentación a base de pescado. ¿Quién enseñó a estas aves a hacer tal cosa?: la Naturaleza.
En nuestro país hay tres profesionales higienistas más ( Diego Conesa, Carlos Morcillo e Irene Gelpí ), que además llevan su propia alimentación de forma muy radical ( crudivorismo, frugivorismo ), que en determinados casos, y por razones técnicas, están de acuerdo en utilizar métodos como la H.C. o enemas de limpieza.
Como puedes ver dentro del Higienismo puede haber diversidad de opiniones, pero es evidente que muchos de sus profesionales ( algunos de ellos verdaderos genios o maestros en el campo de la salud ) sí están de acuerdo en utilizar la H.C. cuando la situación así lo requiere, e incluso algunos de ellos la utilizan sistemáticamente en todos los casos.
Te exhorto, amigo Agustín, así como a todas aquellas personas que deseen indagar profundamente en el conocimiento del Higienismo, a pararse a leer bibliografía y, sobre todo, experimentar en sí mismos, pues es la única manera de conseguir la sabiduría verdadera, muy diferente a la sabiduría intelectual y a la recibida ( éstas proceden de otros, leyendo libros o escuchando sermones o conferencias; son de otras personas y decidimos adoptarlas como propias ). La sabiduría experimentada o verdadera es la que surge de la propia experiencia, de la realización personal de la Verdad; esta es la sabiduría que se vive, la sabiduría real que cambiará la vida, al cambiar la naturaleza misma de la mente. Si nos quedamos satisfechos con la sabiduría recibida sin cuestionarla, se convierte en una forma de atadura, en una barrera que nos impide obtener la comprensión que da la experiencia. Cada uno debe vivenciar la verdad con su experiencia directa, porque es sólo esta experiencia vivencial la que liberará la mente.
Herbert Shelton durante una época de su vida estuvo a favor de los enemas. Cuando justifica su opinión en contra del uso de tales prácticas, lo hace haciendo mención de la función del colon, teniendo en cuenta la alimentación fisiológica que todos deberíamos seguir. Sin embargo, es un hecho que más del 99% de nuestra población no sigue tal dieta, y son ellos precisamente los que sí pueden beneficiarse del empleo de la H.C. o de los enemas. Es obvio que, un higienista puro, crudívoro y sano, no va a precisar ayudas extras para mantener su colon limpio y sano.
En cuanto a Désiré Merien te diré que la Coordinadora Higienista, en el nº 1 de la revista, afirma que es una persona contradictoria: él mismo se consideraba discípulo de J. Tilden…
Estoy plenamente de acuerdo contigo en que lo más importante y prioritario es la desintoxicación celular. Aparte de las dietas depurativas y los ayunos, es evidente que la H.C. constituye una excelente manera de lograr este fin, al restaurar el funcionamiento del colon. Ello es especialmente importante cuando el sujeto está muy intoxicado y/o no quiere introducir cambios radicales en su dieta: no por ello debemos dejar de utilizar una técnica que puede ayudarle a recuperar su salud.
La H.C. no constituye ningún remedio deslumbrador. Tan sólo es un método que nos permite acelerar el proceso de limpieza interno, que sería totalmente innecesario si todos obedeciéramos las Leyes de la Sabia Madre Naturaleza al 100% durante toda la vida.
Finalmente, y para contestar al punto en que se me acusa de hablar desde mi pedestal, y en nombre y representación de la Coordinadora, debo añadir que:
En primer lugar, no hablo desde ningún pedestal, sino lisa y llanamente desde mi propia intuición, información obtenida y experiencia personal. El único pedestal desde el que he hablado lo constituye la tarima que en ocasiones me ponen al dar una charla o conferencia. Los peligrosos son los pedestales mentales, a los que se puede subir cualquier persona, aunque no sea terapeuta.
En segundo lugar, en la primera página de la revista «Curarse en Salud» dice textualmente: «las opiniones expresadas en C.S. son del autor y no necesariamente representan a toda la Coordinadora de Higiene Vital». Es decir, que en cuanto al hidrocolon se refiere, lo expresado es mi opinión, y soy muy consciente de que otros profesionales higienistas no estarán de acuerdo conmigo ( al igual que yo puedo diferir de ellos en otras cuestiones ). Sin embargo, repito que dada mi experiencia en el tema, y también como profesional higienista, en muchos casos, y bajo la debida supervisión, estoy plenamente convencido de que esta terapia puede resultar de grandísima utilidad.Esperando haber aclarado tus dudas, recibe un cordial saludo,
Dr. Juan José Núñez Gallego.